miércoles, 18 de enero de 2012

403

Fiel al tiempo del silencio,
que me obsesiona firme
y se pasa lento,
escribo.

Una rima aniñada,
la búsqueda de la parola perfecta,
de el idioma del Dante.

Me siento nene hoy buscando,
me sentí niño que ya no es hoy
que ya es tarde.

Y la busco, la busqué,
al tiempo no lo entiendo.

Enfermo y obnubilado
busque a la palabra
en cada palabra del actor
en cada película lenta.

La zamba de lo eterno
que me obsesiona y me hace ir
al templo del sol los domingos
para enamorarme siempre;
pero se disuelve rápida,
se me escapa ágil,
toda certeza de perfección.

y lo busco, lo busco
al tiempo perdido
a la sombra de las muchachas en flor,
en cada silencio del príncipe,
También en la cara de flaubert,
no en sus libros.

En sus bigotes,
sus bigotes de capo,
de flaco que entiende.

Como el señor de la librería ocre
que también entiende un poco
a la milonga de los 4 minutos,
que se sale corriendo de la radio
antes de que se terminen las pilas
al chan-chan y al fin
a la palabra FIN escrita
con letras grandes y blancas
sobre un fondo negro e inmenso,
que se parece tanto al cielo.

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